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Ciegos y sordos estudian en desventaja y no tienen trato especial como los afros o los indígenas: memorias del I Seminario Internacional en Educación Inclusiva (II)


La incomprensión de un silencio que retumba

Desde los 8 años Bryan Casas aprendió lengua de señas. No es sordo o mudo, y aunque sus gafas tienen un aumento considerable puede ver, pero la vida le premió con algunos amigos y vecinos que tenían discapacidades auditivas. Hoy en día tiene 21 años, sigue pensando que todos deberíamos aprender lengua de señas y se ha graduado en la Universidad del Valle como tecnólogo en Interpretación para Sordos y Sordociegos, algo que lo llena de orgullo porque, como en cualquier idioma, hay que emplear mucho tiempo y mucho empeño.

Inició su conferencia aclarando que la lengua de señas es diferente en cada país y por eso están ligadas a cada cultura. Explicó que la lengua de señas colombiana, que es viso gestual, se mueve en el espacio e involucra manos y gestos: “las personas sordas asignan las señas (en este caso lo arbitrario) con relación a la forma de ver el mundo. Y como los colombianos no vemos las cosas igual a los chinos o a los argentinos, entonces el sistema cambia de acuerdo a los contextos. Debemos comprender que los sordos son una comunidad y tienen sus propias formas de configurar su cultura” dice Bryan, apuntando que los interpretes formados profesionalmente estudian con personas discapacitadas y deben aprender de su cultura, de sus prácticas comunitarias y de su lengua, porque su trabajo es transmitir el conocimiento de forma efectiva.

A este caleño la lengua de los sordos siempre le pareció bella; dice que sus formas son poderosas porque logran expresar con gestos lo que se quiere decir y eso la hace menos hipócrita que el español, en el que fácilmente se puede decir lo que no se siente: “los sordos expresan lo que su corazón siente. Y yo he aprendido a expresar lo que verdaderamente quieren decir… muchos de los sordos no acceden a los sentimientos por la forma diferente de comunicarse y yo quiero ser capaz de transmitir el amor, la pasión o la amargura de la persona que, por ejemplo, expone en un aula de clase, para que se sienta como un oyente”.

Bryan Casas termina esta entrevista ratificando su compromiso con lo que hace, reiterando que sigue aprendiendo para transmitir los sentimientos de los que no escuchan y deben comunicarse con los que se hacen los sordos: “las directivas universitarias y de otras entidades educativas deben ser razonables, hacer ajustes a los currículos y las formas de acceder a sus instituciones, porque la mayoría de sordos se han graduado sin intérpretes y por ello no han podido estudiar plenamente el español, o no han recibido instrucciones precisas en matemáticas, y por eso mantienen en desventaja: las universidades públicas hacen exámenes para entrar ¿por qué no hay tratos especiales para los discapacitados, como los que tienen las negritudes y los grupos indígenas?”.

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