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“Se siente impotencia cuando previenes a un ciudadano y te señalan o te agreden”, Luz Adriana Pineda, docente de la Escuela de Posgrados

Foto: Mg. Luz Adriana Pineda, docente de la Escuela de Posgrados

Una fonoaudióloga dictará el primer seminario de la Especialización en Gestión del Riesgo de Desastres, en la Escuela de Posgrados de la Uniautónoma del Cauca. Luz Adriana Pineda Ruiz, profesional en fonoaudiología de la Universidad Católica de Manizales, especialista en docencia Universitaria y en Gerencia del Medio Ambiente y Prevención de Desastres, y magíster en Gestión y Evaluación Ambiental de la Universidad Sergio Arboleda orientará las cátedras de Fundamentos de la Gestión Integral del Riesgo. “Uno debe saber qué cosas le gustan y a mí me gusta mucho la gestión del riesgo, y aunque me desenvuelvo en otros ámbitos hace casi 23 años me dedico sólo a esto”, dice la bogotana, que ha trabajado en la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres y el Instituto Distrital de Gestión de Riesgos y Cambio Climático de Bogotá.

La profesora cuenta que ha vivido situaciones de desastre porque hizo parte de un grupo voluntario, y desde allí ha tenido la posibilidad de apoyar diferentes situaciones de emergencia y desastres: “una de ellas fue en el terremoto del Eje Cafetero, donde me presenté a llevar ayuda humanitaria. Durante una semana trabajé para identificar dónde estaban los otros voluntarios que también se vieron afectados, para saber qué necesitaban y cómo los podíamos apoyar. Igualmente he intervenido en situaciones menores, en deslizamientos y en la capacitación y entrenamiento de voluntarios en simulacros, en diferentes situaciones”.

Según Luz Adriana, en Popayán se ha venido trabajando muy fuertemente el tema de la gestión del riesgo, pues en la ciudad se realizan consejos de gestión del riesgo a nivel municipal y departamental, e incluso han apoyado a otros municipios (hasta de otros departamentos) en diversas situaciones: “respecto a Colombia es de las más avanzadas. En Medellín, Manizales y Cali trabajan muy fuerte el tema, pero Popayán está a su nivel porque durante generaciones han creado programas en pro de la gestión del riesgo, y esto también hace parte de generar cultura de la gestión del riesgo, mostrar los avances que tiene Popayán en lo operativo y lo académico, como se hace en este programa académico”, afirma.

Sobre el módulo académico que dicta en la Escuela de Posgrados, la profesora indica que en su clase concibe la gestión del riesgo como algo personal: “como ciudadana debo estar convencida de su importancia para proyectarla hacia afuera. Cuando llevo incorporado eso dentro de mí podré afrontar algunas situaciones y los demás módulos, porque esta es la base general de la especialización”. Precisamente este semestre empezará su cátedra reconociendo por qué la gestión del riesgo debe ser un asunto de índole cultural, algo que se practique cotidianamente: “si quiero que la temática se vuelva un tema cotidiano debo idear estrategias que le permitan a la población apropiarse de la temática, y eso es quizás una de las cosas más difíciles que hay en el trabajo comunitario”.

Hasta el momento en su trabajo Luz Adriana no ha tenido que reubicar a ninguna familia en estado de vulnerabilidad, pero está convencida que su tarea es concientizar a la gente de que nosotros mismos generamos nuestros propios riesgos y que podemos prevenir otros: “es duro. A veces se siente impotencia, como cuando quieres prevenir a un ciudadano y terminas señalado de ‘metido’ y hasta te agreden. De esto se trata, de que la universidad impacte la región con un programa como este, educar para que los niños vayan seguros en sus transportes escolares, armar grupos para salir en la noche para cuidarnos entre todos o no montar bebés en motocicletas, por ejemplo”.

Y es que según ella no es posible saber si estamos preparados para un gran desastre, pues las personas no esperan que algo pase y cuando se preparan lo hacen para algo que desconocen, lo que dilata la reacción frente al evento. En todo caso, la profesora Pineda subraya que en cada casa -como en la suya- deberían tener un extintor que funcione y un equipo familiar de emergencia, con mudas de ropa, alimentos no perecederos, botiquín pequeño, una manta, algunas herramientas, tarro grande de agua y linterna: “la primera instrucción que se da a los que se hospedan en mi casa tiene que ver con el equipo de emergencia. Uno espera que nunca pase nada, pero es muy importante que las personas estén informadas”, termina.

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