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“Si desean verdadera Paz deben perdonar todo”, Mario Trapani, docente de la Especialización en Derecho Penal

La Escuela de Posgrados de la Corporación Universitaria del Cauca se enorgullece en inscribir en su plantilla docente al italiano Mario Trapani, profesor titular del área de  Derecho Penal del Departamento de Jurisprudencia de la Universidad Roma Tre.

Trapani atendió la invitación que le hizo su pupilo Guillermo José Ospina López, docente investigador de la facultad de Derecho Penal de la Autónoma del Cauca, que está culminando sus estudios de doctorado en Derecho Penal en la Universidad de Roma Tre “el profesor Trapani es un sabio en la materia, por eso ha sido profesor en muchas universidades del mundo. Roma Tre es uno de los tres más importantes centros jurídicos de Italia, uno de los más reconocidos en Europa y un referente del derecho en Latinoamérica, porque sus docentes están a la vanguardia del Derecho Penal en todo el mundo”, anota.

Estudió en la Universidad La Sapienza de Roma en los años 70, un periodo histórico donde en la institución dictaban clases los mejores profesores y juristas que tenían Italia y toda Europa. Ingresó a la universidad a estudiar Lingüística Clásica en la facultad de Literatura Antigua porque desde niño fue un apasionado por el estudio de los idiomas, sobre todo del latín y el griego: en bachillerato ganó una medalla por sus conocimientos en griego clásico, en una competencia en la que participaron estudiantes de casi todos los liceos de Roma. Sus padres no estuvieron de acuerdo con la elección académica y entonces prefirió estudiar Derecho, aunque reconoce que sus estudios en lingüística le sirvieron mucho para comprender de jurisprudencia, de civilizaciones, de filosofía y de historia.

Aunque sus padres son casi del extremo sur de la bota itálica tiene un acento fuerte, dice él que “es muy romano”. Recuerda que no tuvo ningún problema en elegir otra carrera porque solamente había descartado dos disciplinas: la Biología y la Medicina, “tal vez porque lo veía como algo mecánico y práctico, y prefería los estudios teóricos. En cambio amaba la arquitectura, la historia y las matemáticas”, dice, añadiendo que el Derecho es lo más práctico que existe: “nunca olvido que las categorías y las construcciones dogmáticas deben tener una resonancia en el plano práctico en el Derecho, sino no servirían para nada”.

A los dos años de estudios universitarios empezó a dictar clases, algo poco común porque en Italia se era docente por la producción académica y los jóvenes no tenían mucha opción. Enfatiza en que la "reforma Gentile" (1925) le hizo mucho bien a la educación en su país: “la escuela primaria era excepcional porque la organización escolar en Italia era una de las mejores del mundo, hasta el 68, cuando la reforma se empezó a corromper… aunque siempre hay estudiantes valiosos, con curiosidades e inquietudes intelectuales, cada vez llegan a la universidad estudiantes que saben menos y menos y menos”.

 

El profesor es un colombiano más

Guillermo Ospina piensa que la vinculación del italiano a la Uniautónoma le va a dar mucho a sus estudiantes y a la región: “Trapani es una autoridad del Derecho Penal en el plano internacional, sus fuertes académicos son la Teoría del Delito y los relacionados con el 'error' y la 'Pena'. También es un estudioso de Colombia, conoce su historia y su actualidad, y ha seguido aprendiendo de nuestro país como catedrático en universidades como Los Andes, la Javeriana, Santo Tomás, Sergio Arboleda… y ahora está en Popayán, la Escuela de Posgrados busca la excelencia académica y lo ha contratado”.

Trapani es un enamorado de Colombia y todos lo saben. Sus amigos docentes colombianos lo presentan -incluso a sus estudiantes- como un nacional más, y enfatizan en que el italiano ama más a Colombia que cualquiera nacido aquí. Su esposa es colombiana -de Ibagué- y es fiscal delegada ante el Tribunal Superior de Bogotá. La conoció en una comisión de estudio en Roma y se casaron en el 2005. Con ella visitó Popayán hace seis años: “vine a ver cómo era una Semana Santa, por curiosidad, porque tenía el antecedente de que era un evento muy distinguido, y no sólo en Colombia. El Centro Histórico me pareció espectacular”. Al preguntarle qué fue lo que más le gustó de las mujeres colombianas responde que la estética no es cosa secundaria -y subraya ser muy tradicionalista en ese sentido-: “las colombianas son muy femeninas... son mujeres!".


El profesor Mario Trapani con sus estudiantes de la Especialización en Derecho Penal de la Escuela de Posgrados.

Se acuerda que en Bogotá le llamó la atención ver tantas personas jóvenes, sobre todo porque la media poblacional en Italia no es joven y a él -reconociendo que tampoco lo es- le parece interesante que el 50% de la población en Colombia tiene menos de 18 años: “veía sólo jóvenes alrededor y era impresionante. Incluso en las universidades los profesores son personas jóvenes, como debería ser. Todo lo contrario ocurre en Italia por la burocracia y otros asuntos, allí el promedio para ser docente es de 40 ó 45 años, y si son médicos más tarde… y no debería ser así porque el mejor periodo para desarrollar una producción científica es cuando se tiene entre 25 y 35 años, de todas maneras uno puede escribir más tarde, pero la verdadera formación se hace entre esa edad”, objeta.

 

La Italia que (sobre)vive

Mario Trapani no pudo decidirse al responder qué no le gusta de Colombia, pero anota que en este país hay vida: “aquí hay movimiento, es un país vivo, no como en Europa que estamos muriendo, estamos combatiendo pero estamos muertos. Lo digo como europeo, no hay Europa, la que se ve desde afuera son miles de burócratas que ninguno eligió y son pagados por el Fondo Monetario Internacional -y otras instancias económicas mundiales-, que están matando a casi 520 millones de personas mientras reducen a la pobreza a otros tantos”. Agrega que hay burocratización extrema: "todo es burocracia y los burócratas no sirven para ayudar, sino que ponen problemas que no deberían existir y no permiten que las cosas se resuelvan de forma ágil… y la burocracia es necesaria, pero no puede justificar su existencia molestándole la vida a los demás".

Su aseveración es fuerte pero argumenta de forma muy clara: “a diferencia de otras cosas que pueden destruirse el dinero no se destruye: si uno lo pierde otro lo gana. Entonces están derrumbando la clase media europea, que era casi toda la población, y ahora en Italia -que tiene casi 55 millones de habitantes- hay más de 8 millones de personas en la pobreza, lo que no debería ser aceptable porque la mayoría de pobres son personas viejas. Europa es un mundo viejo”.

Dice que prefiere no hablar de la migración, pero se concentra en sí mismo y de forma enérgica alega que quiere hacerlo: “Europa, empezando por Italia, desde hace cientos de años ha cerrado las puertas a los latinos pero las ha abierto a los musulmanes, y aquí empieza el problema de las diferencias entre las civilizaciones, porque ellos tienen otra cultura. No se trata de que una sea mejor que otra, sino que son culturas incompatibles. Y con su llegada impusieron su cultura, y todos nosotros, bajo las ideas de la Libertad y los Derechos, dejamos que acabaran con la nuestra”, concluye.

 

La otra idea de una Europa unida

El profesor Trapani habla claro y no duda al afirmar que la introducción del Euro empezó a acabar con la idea de un continente hermanado, porque la maniobra de introducir la moneda se hizo para pagar la unificación alemana y ahora se usa para otras cosas que no benefician a todos: “era obvio que después de 60 años de gobierno comunista la Alemania del Este fuera mucho más pobre que la otra, y el canciller alemán Helmut Kohl entendió que sin un plan revolucionario unificar a las alemanias hubiera tardado 150 años; los del Reino Unido nunca entraron al Euro porque no son tontos”.

Explica muy bien que no está en contra de Europa “sino de la Europa que proyectan los burócratas en Bruselas”: dice ser ‘europeísta’ desde los 15 años y quiere un continente unido pero democrático, “donde haya un Parlamento Europeo con partidos políticos elegidos por los pueblos, donde la política sea hecha por el Parlamento y no por burócratas que no fueron elegidos y que no responden a nadie sino al Banco Central Europeo, una entidad que debería responder a entes políticos legitimados por la soberanía de los pueblos, pero eso no ocurre y Europa se está acabando”.

Mario Trapani es expresivo, mientras responde mueve -de un lado al otro- la mano en que sostiene sus lentes. Cuando se le pregunta por Ángela Merkel y su influencia en Europa no se toma ni un segundo para responder: “desde hace tiempo existe una alianza entre Francia y Alemania para dominar Europa, se consideran los jefes del continente, pero a principios del nuevo siglo Silvio Berlusconi, José María Aznar y Tony Blair hicieron otra alianza, lo que exacerbó los ánimos de los franceses... eso puede explicar el golpe de estado que quisieron dar a Berlusconi en 2011, pues era uno de los que entendía que Europa es para todos los europeos”.

Según el penalista italiano no es un secreto que Angela Merkel está tramando algo: “es una traidora del ideal de la Europa unida y tiene una responsabilidad histórica con los europeos, pues por su culpa y la del presidente Hollande se está forjando un odio hacia la idea de la unificación y se extrañan los estados nacionales, una actitud que sólo beneficia a los grandes grupos financieros del mundo. Y sólo los tontos no entienden que a los norteamericanos les favorece esta desunión, porque son los únicos beneficiados de que Europa no esté unida y fuerte, además que tiene el apoyo de su Fondo Monetario Internacional y otras entidades que dependen de los mismos Estados Unidos. Pero en las próximas elecciones todo el mundo se podrá dar cuenta que Alemania no está económicamente tan bien como parece”, señalando que hace poco más de dos años apareció un partido político llamado Alternative für Deutschland, abiertamente en contra del uso del Euro y de la Europa que muestran unida en casi todos los medios de comunicación: “cada día tiene más seguidores porque el pueblo alemán no se siente bien.

 

Se tiene que perdonar, no es más

Una de las cosas más interesantes de entrevistar a este señor es que está muy seguro de lo que tiene para decir. Como se anotó antes, tiene una relación muy estrecha con la realidad de Colombia y su discurso se ve fortalecido con su forma de ser -directa y decidida- entonces no le tiembla la voz para opinar sobre la situación actual de nuestro país: “en MI opinión, si se quiere una verdadera Paz se debe perdonar todo: debe haber una amnistía general para todos, sin importar si son de las FARC, del ELN, de los paramilitares, de las BACRIM, o militares que han cometido crímenes… e incluso no combatientes, pues detrás de los que disparan están los que les pagan, narcotraficantes e industriales”.

Como no quiere ser malintrepretado, el profesor Trapani aclara que una amnistía no supone que todo sea olvidado porque el Gobierno impondrá condiciones de no volver a las a las armas, reparación a las víctimas, reconocimiento de los crímenes, etc. Y de nuevo expone su propuesta: “si un país verdaderamente quiere salir de una situación de guerra es absolutamente necesaria una amnistía general y absoluta: si no se perdona a todos no sería Paz, porque sería injusto que se perdonara a quienes mataron a muchos y no a otro que mató a uno por problemas pasionales, por ejemplo”.

Y va más allá cuando sentencia que para un superar un conflicto interno como el de Colombia hay apenas una salida y que en la Amnistía se deberían perdonar todos los crímenes contra la humanidad: “es obvio que se han cometido actos terribles, de eso se trata la guerra. Y hay víctimas de todas las partes, no se puede decir que unas fueron más privilegiadas que otras, lo que pasa es que hacer la Paz significa voltear la página de la historia e iniciar todos, juntos, un camino nuevo. Creo en la soberanía del pueblo y al final el pueblo es mas inteligente que sus gobernantes: si el precio para tener un país en paz fuese el olvido, creo que todo el pueblo colombiano, sin excepción, estaría presto a olvidar”.

 

El pueblo más feliz del mundo no tiene tren

Como es una persona centrada, cuando se le pregunta si los que están en La Habana son capaces de negociar una Paz con tanta injusticia social no se niega que detrás de la denominada Paz hay otros objetivos políticos, y que hay algunos que no quieren dejar de combatir: “es que las bandas criminales no están conformadas por delincuentes comunes, sino por ex paramilitares, ex guerrilleros, y ex militares, son tropas y tienen actitud militar. Por eso es importante una Paz verdadera, no una que sirva sólo para algunos y no escuche lo que piensan la mayoría de las personas”.

Como extranjero piensa que los colombianos están predispuestos para la Paz porque siente que son fundamentalmente amables: “de hecho las Naciones Unidas, otra institución inútil, lo declaró el ‘Pueblo más feliz del Mundo’, cuando podría ser el más triste por su situación de conflicto, violencia y corrupción; es un asunto de actitud, Colombia tiene una mezcla de sangre increíble: todos están mezclados y ningún colombiano puede decir que es ‘puro de algo’, y aunque haya algunos que por razones históricas no quieran mezclarse serán pocos. Por qué los italianos son los más inteligentes en Europa, porque en dos mil años tuvimos una mezcla de todas razas: poblaciones preitálicas, vikingos, árabes, galos, latinos, griegos... es como en los animales y las plantas, cuando se cruzan se fortalecen. Por eso creo que Colombia tendrá un futuro muy bueno”.

Tristemente el profesor Trapani no olvidó una de las facetas que más nos caracteriza como Nación, para relacionarla luego con esto del Posconflicto: “es que en Colombia hay mucha corrupción y los colombianos la tienen como un hábito mental: cualquiera, desde el más pobre hasta el que está en los niveles más alto de la sociedad, piensa que para vivir mejor debe ser más ‘avispado’. Y fíjese, escuché que Colombia importa más del 30% de lo que necesita para comer, un país como este, que debería exportar para todo el mundo porque es un territorio fértil, con todo tipo de riquezas naturales (…) cuando llegué a Popayán soporté un trancón terrible, la vía estaba llena de camiones porque no tenemos ferrocariles, una posibilidad que teníamos hasta el final del siglo pasado. Con la Paz se podrían revivir el uso de trenes para transportar personas e insumos, y para descongestionar las carreteras”.

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