“El arte apareció con el hombre, pero no se le puede dar el papel de redentor a la poesía”, Luis Arturo Restrepo en Popayán Ciudad Libro
Si alguien puede decir que ha vivido toda la vida en Medellín es Luis Arturo Restrepo, el poeta que nos acompaña en esta jornada de Popayán Ciudad Libro, una de las ferias culturales más grandes del suroccidente colombiano del que la Uniautónoma del Cauca es parte activa.
En su presentación del libro ‘Poesía y Violencia: reescribiendo la historia’ Luis Arturo, docente del Instituto de Filosofía de la Universidad de Antioquia, dijo que desde hace tiempo tenía ganas de visitar la capital caucana, un referente cultural por todo lo que representa para Colombia en la arquitectura, la religión y la literatura. Y como era una especie de deuda la de venir, en su primer día se levantó temprano para perderse por las calles del Centro y buscar libros en oferta para llevar a su casa.
El profesor llegó a Popayán desde Cali por carretera y se encontró con varios nombres que resuenan en la historia nacional de la violencia: Caldono, Toribío... y contó que se sintió lejos pero sorprendido y conmovido cuando, por la vía, observó a varios indígenas, algunos con trajes típicos de muchos colores hermosos, y luego unos carros militares “que ni en Medellín había visto. Parecían nuevos, eran carros armados absurdamente, lo que me hizo pensar que eso llamado Proceso de Paz es algo que se queda en Bogotá, en papeles, porque la realidad es otra”.
Que eso lo haya confrontado no es un arranque emotivo: Restrepo ha seguido la violencia nacional desde noticieros y la prensa (vale indicar que está haciendo un doctorado en Filosofía, en el que estudia cómo los poetas han representación la ‘Realidad’, palabra tan extensa y ambigua que delimitó en particular sobre las representaciones de la violencia y cómo los autores la han narrado).
Además de ser licenciado en Filosofía de la Universidad de Antioquia Luis Arturo es máster en Literatura Colombiana, planos académicos donde estudió la poesía colombiana y en especial al poeta de Tolú Héctor Rojas Erazo. Confesó que sus inquietudes actuales están relacionadas con las posibilidades que tiene la poesía de entenderse con el lenguaje y con la ‘Realidad’, pensar cuáles son los límites para no llegar al extremo del amarillismo innecesario: “si estamos hablando de una obra de arte, cómo es que la poesía sigue escribiendo a esa brutalidad que es la guerra. -Por eso me conmueve estar metido entre las montañas, en medio de esta historia del desplazamiento, de verse acorralados con sus sembrados, para reemplazarlos con coca o con lo que les dé para vivir... me es impresionante porque tampoco en Medellín nos libramos de las guerras de la droga, se están reacomodando las bandas criminales y si atrapan a un cabecilla sube al poder otro, es una cadena enorme que nos amarra a todos porque aquí se siembra y se procesa, al lado la empacan y la venden, la envían y tienen quien la reciba”.
Como poeta se declara abiertamente reacio a asignar una función a la poesía. Cuando presentó su libro en esta feria leyó uno de los versos de un poema que decía ‘Pájaro estéril, la esperanza en el poema’, argumentando que así como ese contraste, como una contradicción, es la poesía: “es la esperanza en el poema porque no se le puede dar el papel de redentora a la poesía, si esta sirviera para algo la historia de la humanidad sería otra, pues el arte apareció con esta. Y si le ponen responsabilidades dejaría de ser arte, pues libremente el arte debe provocar, y estos espacios son importantes porque hay un público que conscientemente atiende lo que dicen los invitados y eso es una forma de provocación”.
Para exponer su idea, recordó que en la invitación al evento le dijeron que el auditorio era pequeño y que hablaría al público universitario, por lo que planteó una presentación formal aderezada con citas académicas y referencias de otros autores; a la hora de hablar se encontró en un recinto muy grande, repleto de estudiantes escolares: “olvidé lo que tenía preparado para ubicarme con el público, y quedé sorprendido por la atención que brindaron los muchachos. Así mismo funciona con el arte, no se trata de llenar a los otros con datos, aunque sea parte fundamental en la educación, porque aparte de aprender de memoria fechas o nombres hay algo que nos confronta más como humanos, y el arte nos da vía directa a ese algo, los poemas que he leído de la selección de poetas colombianos no me han dejado igual que antes de leerlos, y los he confrontado en las posibilidades que tienen la palabra y la literatura. Por ejemplo, en la literatura fantástica no se nombra nada de la violencia, pero aún en esa evasión de la realidad están las posibilidades para hacer un mundo diferente. Y esto de pensar la lectura no es asunto de masas, si uno logra que dos cabezas se vayan pensando en la poesía y los poetas, en la literatura y en otras formas de decir las cosas, lo haremos bien”.